domingo, 14 de abril de 2013

14 de abril

¿La III República? En sí, el cambio de un régimen trasnochado como es el de una Monarquía por el de una República, no arreglaría casi ninguno de los problemas que sufrimos en este pobre país que llamamos España. 

Sin embargo... Sin embargo, ¿por qué no tener la esperanza de que podría ser un catalizador que iniciase ese verdadero programa de reformas de toda índole que necesita nuestra sociedad, nuestra estructura política, nuestro concepto de nación?

Empezando por la moral social que hemos perdido. Esa moral social que ha de ser rígida en el cumplimiento del contrato social por todas las partes y laxa en lo que a morales personales se refiere.

Un contrato social que asegure una verdadera ruptura histórica con ese catolicismo preconciliar que emponzoña la posibilidad de avanzar, de verdad, hacia un sistema político más equitativo y justo.

Y es esa moral provinciana y abstrusa la que, fundamentalmente afecta a una derecha maniatada para defender principios y modelos basados en el mérito y la capacidad sin tapujos.

Principios que, aunque no comparto en su totalidad porque creo que, además, es necesario disponer de una red social de seguridad que permita a aquellos que, por los motivos que sea, no hayan podido alcanzar un mínimo de recursos que aseguren su supervivencia, disponer de una segunda, tercera o cuarta oportunidad, principios, digo, perfectamente defendibles desde un modelo liberal.

Es necesario disponer de Instituciones fuertes, con ciudadanos poderosos al frente. Poderosos en el sentido de conocimiento, en cuanto a honor personal, a conciencia social y claramente entregados a la adquisición del bien común.

Es necesario involucrarse personalmente. Ponerse a disposición del Estado y dejarse la vida por él si ello fuese necesario.

Es necesario imaginar y actuar en consecuencia... y no estar pendientes de tener o conseguir para nosotros o nuestra camarilla. Y, si observamos que alguien lo hace, tomar las acciones adecuadas para impedirlo.

Hemos de interiorizar que somos sujetos de derechos, sí, pero que ha llegado el momento de ser sujetos, aún en mayor medida, de responsabilidades. Cada cual en su ámbito de responsabilidad.

Y, quien no quiera participar o asumir esta realidad... 


¿Por qué hemos perdido la capacidad de soñar?

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