viernes, 1 de mayo de 2015

Reflexiones en un Primero de Mayo

Se han vulnerado todas las reglas del juego. Se ha robado dinero público a manos llenas. Apesta todo el país, apestan grandes capas de población, colaboradoras necesarias, activa o pasivamente en el latrocinio perpetrado.
Nos hemos enmierdado por un chalet que no podemos mantener. Por un coche que no podemos soportar y, encima, tenemos... ¡Miedo! Miedo a perder la mierda que nos está destruyendo como sociedad.

Apesta nuestra laxitud a la hora de ejercer la ciudadanía (¿sabemos qué significa ser ciudadano?).
Apesta nuestra indolencia cuando no comprensión frente al que se aprovecha de los demás.

El poder ha sido muy inteligente y está, únicamente, comprobando los límites. Nos utiliza como colchón del miedo. Miedo a caer en la pobreza. Miedo al que, legítimamente, aspira a tener lo que tenemos nosotros y, además de todo ello, el verdadero poder se ha hecho tan poderoso que no puede ser señalado. No puede ser personalizado.

Hace casi 50 años llegamos a la Luna. Ya no la miramos. Era el símbolo de los sueños de una especie por sobrevivir en el largo plazo.

50 años después, con un desarrollo tecnológico sin precedentes en lo referente a nuestro propio individualismo, no hemos avanzado nada. Las Ciencias Físicas básicas se han abandonado. Revisad los adelantos científicos que han acaecido desde los años 60 y observaréis que, fundamentalmente, lo han sido en genética.

No hay nuevos sistemas de combustión. No se ha avanzado en campos tan prometedores como la fusión, la generación industrial de antimateria y su control, los motores iónicos... Eran sueños. Sueños que, hace ya muchos años, me hacían levantar la mirada y soñar con viajar al espacio.
Ahora mismo, tengo dificultades para recordar que puedo mirar las estrellas y sentir la paz de la infinitud del universo.

Dedico mi tiempo a defender el Ciberespacio de mi nación. Un mundo virtual que, cada día que pasa, adquiere mayor relevancia.

Es curioso: Un mundo que, en realidad, no es físico. Puede que esa sea la solución. Puede que, al final, nuestro futuro como especie sea ese: volcarnos en una red y viajar a la velocidad de la luz. Tampoco es tan malo...

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