sábado, 21 de noviembre de 2015

Los vendedores de miedo

Atentados de París... Miles de horas de programación centrada en todos los aspectos de la noticia. A menudo, aspectos truculentos o emocionalmente superficiales. Estimulando los sentimientos básicos del individuo...

Entre esos sentimientos, el miedo... Ese miedo individual y colectivo que atenaza nuestra capacidad de valorar la situación. Que impide que pensemos en las consecuencias de lo que hacemos y consentimos con nuestra propia vida.

Recordemos los 11 Principios de Goebbels sobre comunicación y analicemos, desde la perspectiva de lo vivido durante esta semana, si son, precisamente, estos principios, los que nos están aplicando como sociedad y con qué posible objetivo.

PRINCIPIO DE LA SIMPLIFICACIÓN

A las masas hay que darle algo simple y fácil de recordar; a ser posible, reducir todo a un eslogan o símbolo.

¿Se está cumpliendo este primer principio? Desde mi punto de vista, sin duda alguna. A pesar de que se nos somete a una tremenda infoxicación, he detectado que lo que queda tras horas y horas de análisis es el principio de "nosotros y/o ellos". En pocos casos se mencionan causas profundas del problema y, cuando se hace, inmediatamente los análisis certeros se ven sepultados por toneladas de información y de comentarios de "expertos" que anulan cualquier atisbo de reflexión profunda sobre las antedichas causas, sus efectos y, menos aún estrategias de futuro que permitan visualizar una posible solución. Todo ello genera una sensación de MIEDO.


PRINCIPIO DEL MÉTODO DE CONTAGIO Y EL ENEMIGO ÚNICO.

Resumido en “un enemigo común une”. Goebbels enfocaba toda acción como un instrumento para derrotar a un “enemigo de Alemania”. Sólo así podía unir a todos sus ciudadanos en una lucha común. Alemania tuvo muchos enemigos, por supuesto, pero eran siempre el mismo, “el enemigo”. También se hace a la inversa, es decir, concentrar toda la exaltación en un héroe (Hitler).

Nuestra sociedad europea se encuentra avejentada. En la línea de fractura entre civilizaciones, si es que queremos usar el modelo de Huntington por simplificar el razonamiento, nos encontramos con un triple conflicto: Dos bombas demográficas de tipo antagónico, una de ellas decreciente y la otra en plena explosión. Un modelo social, moral y religioso de difícil control de la misma. No es probable un cambio de rol productivo de la mujer en el mundo musulmán a corto o medio plazos. Sin ese cambio de rol, que se ha demostrado como la herramienta más eficiente para controlar el crecimiento vegetativo de tipo explosivo, será muy complicado controlar el estallido de esa bomba demográfica.
El acceso a recursos básicos en la zona, y hablamos de alimento y de agua potable en condiciones de salubridad suficientes, se antoja como una tarea titánica para Estados bien pertrechados en cuanto a estructuración social. No es el caso. La lucha por los escasos recursos se encuentra en la base de la mayoría de los conflictos que se están desarrollando en la zona. Los movimientos migratorios, en el siglo XXI son rápidos y masivos.
Por último, para empeorar aún más la situación, nos topamos de bruces con una guerra intrareligiosa cuyos efectos colaterales se transformarán en un conflicto interreligioso como no pongamos los medios adecuados para reconducir el conflicto. Suníes y chiíes pugnan por el control de la región y su capacidad de asesinarse no ha hecho sino aumentar en los últimos años. 

Estas condiciones, en vez de servirnos como punto de inicio de un conjunto de acciones determinantes y determinadas a rebajar la presión de una caldera a punto de estallar, nos sirve para apoyar políticas de MIEDO. De preservación de un modelo que no puede continuar de ningún modo salvo borrado del mapa de cientos de millones de personas.

PRINCIPIO DE LA TRANSPOSICIÓN

Todo error propio se transforma en culpa de ese enemigo común del que hablábamos antes. Si no se consigue, se inventan noticias que dejen claro de quién es la culpa; por supuesto, del enemigo.

No sé si hace falta explicar algo en este punto. Si Daesh es maestro a la hora de generar un relato y generar influencia, no nos engañemos, otros le superan para dirigir ese relato a generar MIEDO, con el que todos, como corderos, renunciemos a nuestros derechos y libertades. Deberíamos preguntarnos a quién beneficiamos cuando, en vez de afrontar con valentía y arrojo la posibilidad de un conflicto y de la muerte, incluso, nos metemos bajo nuestras camas a que los ¿poderes públicos? (Habría que discutir si aún existen) nos ¿protejan?

PRINCIPIO DE LA EXAGERACIÓN

Cualquier detalle negativo, por minúsculo que sea, por parte del enemigo, se convierte en un ataque poderoso a los principios. Una amenaza exagerada. Una ofensa desmedida. Así, además, se fomenta el odio hacia el enemigo.
Nos someten a un bombardeo continuo de información orientada a generar MIEDO.  Se aprovecha una tragedia como la de París para generar un estado de opinión que permita hacer dejación de tus responsabilidades ciudadanas y ponerlas en manos de quien, supuestamente, ha de protegerte.

Recordad que desistir de la libertad por miedo es condenarse al terror perpetuo.

PRINCIPIO DE ORQUESTACIÓN

Escogiendo un número limitado de ideas, de mensajes, pero repitiéndolas una y otra vez, sin cesar, sin descanso, se consigue hacer mella a la sociedad. Así, la sociedad se la apropia como una verdad universal. Principio resumido en la famosa frase de “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Eso sí, la repetición mal hecha es contraproducente, por ello tiene que estar orquestada.
Hemos de regresar a la argumentación anterior. La generación de un relato, a base de repetición, genera una interiorización del mismo. Las redes sociales ofrecen a Goebbels una herramienta magnífica para, amparándose en una supuesta "transparencia", mantener a la población acobardada.

¿Desde cuando un gobierno responsable ofrece la información a su pueblo de que puede ser atacado química o bacteriológicamente? Ya puestos, podríamos informarle de cuanto plutonio hay en el mercado negro a disposición de terroristas. Seguro que podemos idear tres o cuatro situaciones muy divertidas con varios millones de bajas civiles asociadas.

MIEDO. MIEDO. MIEDO.

PRINCIPIO DE LO VULGAR

Muy al hilo del primer principio. Todo mensaje que se transmita desde el poder debe ser simple y fácil de entender. Si el más limitado intelectualmente de la masa es capaz de entender el mensaje, cualquiera lo hará y, por lo tanto, mayor será el número de receptores que tendrá el propio mensaje.
¿Hay algo que añadir al texto citado? Únicamente la inteligencia y el raciocinio pueden enfrentarse al MIEDO. Mejor acabar con cualquier atisbo de éstas. Las redes sociales, que pueden servir para informar y formar, también pueden desinformar y embrutecer.

PRINCIPIO DE LA RENOVACIÓN

Saturación de información. Siempre hay noticias nuevas. Esto provoca que cuando el enemigo responde a una información, esta ya se encuentra olvidada por la masa, mucho más pendiente de las nuevas que han ido saliendo posteriormente. Consiste en tapar toda posibilidad de respuesta, de razonamiento. Se trata de no darle a la sociedad ni un minuto para digerir una información.
¿Os suena la anterior aseveración? ¿Sois capaces de reflexionar durante un segundo sobre noticias acontecidas un minuto antes? Ese es el juego... Intentar transmitir un razonamiento profundo en 140 caracteres es imposible. 

Mensajes cortos y simples. Mejor si son gráficos. Y, si algún mensaje puede calar de algún modo, sepúltalo, usando bots, bajo toneladas de información. Infoxica todo lo que puedas.

PRINCIPIO DE LA VEROSIMILITUD

Hacer que todo parezca una verdad irrefutable. Añadir diversas fuentes. Si son muchas las fuentes reconocidas que confirman un mensaje, entonces es que ese mensaje será cierto. Relacionado con el principio de la unanimidad.
Hace unos años, en 2004, un gobierno, en este país, incumplió este sencillo principio, además de no tener controladas todas las fuentes. Cosas de Internet y de la información global.

Han aprendido desde entonces. No volverán a cometer semejante error y no darán oportunidad a las personas de vencer su miedo con indignación (¿Recordáis el miedo que sentíamos en esos días? ¿Recordáis que nos importó una mierda porque la indignidad era tan grande que había que enfrentarse a la misma como fuese?

PRINCIPIO DE LA SILENCIACIÓN

Censurar. Acallar cualquier idea contraria a la que envía el poder. Para esto, en la época Nazi, fue de vital importancia tener controlados a los medios de comunicación, capaces de olvidar algunas informaciones y destacar otras, según la conveniencia del régimen.
Este es un principio que ha mutado. Censurar es difícil y puede tener un efecto boomerang. Infoxicar y controlar el relato. Influenciar... Estas son las herramientas del S. XXI. Existen y son muy avanzadas. Hay poco que hacer contra ellas porque provocan la duda y las fuentes son tantas... Quien no dude de las mismas es que se encuentra fuera de juego. Forma parte de la masa embrutecida.

PRINCIPIO DE LA TRANSFUSIÓN

Consistente en adaptar mitos, prejuicios y odios históricos de una masa a los nuevos argumentos. Algo así como adaptar los tópicos (esos que por haber sido repetidos mil veces se han convertido en verdad) a la causa que se persigue.
¿Hay que comentar algo sobre este principio? Creo que poco. Observad a vuestro alrededor y, simplemente, reflexionad. Llegaréis a interesantes conclusiones.

PRINCIPIO DE LA UNANIMIDAD

Si consigues hacer creer a una persona que piensa igual que todo el mundo, creerá que lleva la razón. Es un principio de identidad y pertenencia. El miedo a destacar en la masa como algo diferente siempre ha sido una de las lacras del individuo. En estas épocas de miedo y control, mucho más. Si todo el mundo piensa como tú, al menos, el raro no eres tú. Al menos, estarás libre de toda acusación. Todo grupo tiende al conformismo.

Este es nudo gordiano... Si logras influenciar a una sociedad induciendo su miedo, la tienes en tus manos. Las voces discordantes se acallarán. Por miedo ellas mismas y las que no lo hagan... ¡Que Dios las proteja!


Pensad, pensad, pensad... Educad a vuestros hijos sin miedo. Si hay que morir que sea defendiendo nuestro modelo de libertad y no acobardados bajo una cama, a merced de otros.

* Fuente: http://siempreconectado.es/comunicacion-nazi-goebbels/

viernes, 1 de mayo de 2015

Reflexiones en un Primero de Mayo

Se han vulnerado todas las reglas del juego. Se ha robado dinero público a manos llenas. Apesta todo el país, apestan grandes capas de población, colaboradoras necesarias, activa o pasivamente en el latrocinio perpetrado.
Nos hemos enmierdado por un chalet que no podemos mantener. Por un coche que no podemos soportar y, encima, tenemos... ¡Miedo! Miedo a perder la mierda que nos está destruyendo como sociedad.

Apesta nuestra laxitud a la hora de ejercer la ciudadanía (¿sabemos qué significa ser ciudadano?).
Apesta nuestra indolencia cuando no comprensión frente al que se aprovecha de los demás.

El poder ha sido muy inteligente y está, únicamente, comprobando los límites. Nos utiliza como colchón del miedo. Miedo a caer en la pobreza. Miedo al que, legítimamente, aspira a tener lo que tenemos nosotros y, además de todo ello, el verdadero poder se ha hecho tan poderoso que no puede ser señalado. No puede ser personalizado.

Hace casi 50 años llegamos a la Luna. Ya no la miramos. Era el símbolo de los sueños de una especie por sobrevivir en el largo plazo.

50 años después, con un desarrollo tecnológico sin precedentes en lo referente a nuestro propio individualismo, no hemos avanzado nada. Las Ciencias Físicas básicas se han abandonado. Revisad los adelantos científicos que han acaecido desde los años 60 y observaréis que, fundamentalmente, lo han sido en genética.

No hay nuevos sistemas de combustión. No se ha avanzado en campos tan prometedores como la fusión, la generación industrial de antimateria y su control, los motores iónicos... Eran sueños. Sueños que, hace ya muchos años, me hacían levantar la mirada y soñar con viajar al espacio.
Ahora mismo, tengo dificultades para recordar que puedo mirar las estrellas y sentir la paz de la infinitud del universo.

Dedico mi tiempo a defender el Ciberespacio de mi nación. Un mundo virtual que, cada día que pasa, adquiere mayor relevancia.

Es curioso: Un mundo que, en realidad, no es físico. Puede que esa sea la solución. Puede que, al final, nuestro futuro como especie sea ese: volcarnos en una red y viajar a la velocidad de la luz. Tampoco es tan malo...

domingo, 11 de enero de 2015

Valores...



Hemos vendido nuestros valores al mercado y el ser humano necesita valores a los que asirse emocionalmente y no objetos que consumir.

Ese es el verdadero problema: Hemos dejado que nuestros inmensos, magníficos, preciosos valores sean arrinconados por el consumo. En todos los ámbitos. En la familia, en el trabajo, en nuestro comportamiento como ciudadanos.

Hemos permitido que, siendo ciudadanos, nos conviertan en clientes y, siendo clientes, somos sujetos de derechos, pero no de obligaciones.

Los seres humanos, sometidos al imperio del mercado como límite único de su modelo de pensamiento, naufragamos emocionalmente.

Porque perdemos nuestras referencias. Sentimos que no pertenecemos ni a un tiempo ni a un lugar ni a una comunidad. No tenemos vecinos. Los amigos lo son de forma superficial, renunciamos a la familia porque consideramos que nos aporta más problemas y obligaciones que ventajas.

Todo lo colocamos en la balanza del valor cortoplacista y eso, en la mayoría de los casos, es un error. Un tremendo error. Lo pagaremos a largo plazo. Todas esas renuncias nos convierten en sociedades poco imbricadas. Poco resilientes frente a una agresión.

Nuestro modelo cortoplacista permite dar satisfacción inmediata a un deseo pero ese deseo no te colma de satisfacción y así, el ser humano reacciona de múltiples formas.

Una de ellas es buscar un grupo al que asirse. Una religión, una ideología. El individuo que se siente socialmente agredido necesita del calor de un grupo en el que protegerse.

La solución podría no ser tan compleja: Volvamos a retomar valores.

No todo vale. No todo puede sacrificarse en el altar de los Mercados. No todo puede consumirse. No todo puede monetizarse. No todo valor es tangible ni intercambiable por dinero.

Pensemos en retomar un modelo al que renunciamos hace años: Un modelo que es capaz de valorar los intangibles personales y sociales.

El honor es importante. Y lo es trabajar por la comunidad. También lo es compartir la defensa de la Nación, de la patria. Y lo es regalar algo de tu tiempo al resto de tu comunidad de forma altruista. Y asumir que para disponer de servicios públicos dignos has de pagar impuestos. Que TODOS hemos de pagar impuestos. No valen ingenierías fiscales. No valen elusiones que acaben con la ilusión por un futuro digno para la sociedad en su conjunto.

Si no reaccionamos ya... Un pueblo más joven, con ganas de prosperar. Con valores, con fe en el futuro, nos barrerá.

Aún estamos a tiempo de tomar medidas al respecto. Porque nuestros valores de respeto, de libertad, de solidaridad superan a cualesquiera otros. Porque han costado millones de vidas a través de una historia llena de guerras y revoluciones y eso dota de un valor incalculable a los mismos.

Pero, para ello, hemos de firmar un nuevo contrato social y acabar con aquellos que han hecho del que teníamos papel mojado.

Recuperar nuestro valores... Proteger a nuestras sociedades contra su pérdida. Acabar con aquellos que intenten agredirlos de una u otra forma.

Los verdaderos valores occidentales, que no tienen nada que ver con los Mercados, ¡son tan bellos! ¡son tan necesarios para la humanidad en su conjunto!

sábado, 25 de enero de 2014

Sensación de irrealidad

Cuanto más me muevo por el ciertos entornos, más me asombro de que este país pueda seguir sobreviviendo en un entorno tan hostil.

Por motivos que no vienen al caso, me encuentro recorriendo ciertas unidades especializadas de apoyo a la decisión en varias Instituciones.

En este proceso de adquisición de conocimiento, he detectado dos perfiles de personas muy diferentes, en lo que a la dirección de estos departamentos se refiere:

El primer perfil es el que denomino "académico". Su principal objetivo es el de elaborar sesudos artículos sobre cómo deberían hacerse las cosas con el fin de ser capaces de obtener Inteligencia del entorno.

Bajo mi punto de vista, no aportan conocimiento real, conocimiento que, de verdad, permita a los niveles de decisión realizar su trabajo minimizando los riesgos inherentes a disponer, siempre, de información parcial y sesgada para hacerlo.

El otro perfil que he detectado, y no es excluyente del primero sino que, a menudo, comparte intereses con el mismo, es lo que denomino perfil "chiringuito".

Se trata de un perfil muy común en todos los ámbitos productivos de nuestro país. Alguien consigue, tras tener una idea más o menos brillante, vivir toda su vida de ella.

La estrategia es sencilla: Para que nadie pueda hacerme sombra ni pueda desplazarme, no comparto información, ni procedimiento, ni genero sinergias, ni traslado conocimiento a la propia Institución sobre cómo estamos haciendo las cosas. Todo ello con el fin de generar dependencia asegurándome así mi coto particular al que nadie puede entrar sin mi permiso.

En ningún caso se toma en consideración que el objetivo es hacer que sobreviva la Institución en la que prestas tus servicios sino en que seas tú quien maximice el beneficio pero con una visión cortoplacista que asusta porque, si no sobrevive la Institución a medio y largo plazos... ¿cómo vas a hacerlo tu?

No, no es una estrategia demasiado inteligente pero, ¿quién ha dicho que un perfil así lo sea?

Los decisores, por tanto, han de realizar su labor con informaciones parciales e incorrectas y, además no son conscientes de ello ni tampoco les importa demasiado.

Me da la impresión de que, ellos también, se consideran aves de paso en un puesto de trabajo que solo les ha de servir como trampolín para otro de nivel superior o, aún peor, no están dispuestos a adaptarse a la necesidad de cambiar un modelo de toma de decisión que se base en datos y conocimiento pluridisciplinar y no en su "experienca" y olfato. ¿Serán conscientes de ello o es pura incapacidad estratégica?

Otro día hablaremos de los perfiles que se ubican dentro de estos niveles de decisión. También tengo mis opiniones al respecto...

La experiencia (supuesta) por sí misma, sin conocimientos académicos y sin inteligencia adaptada a las necesidades no sirve mas que para estrellarse aún a más velocidad.

El conocimiento académico, sin aplicabilidad práctica, solo genera humo y la falsa sensación de seguridad de que se están haciendo bien cosas que, en realidad, degeneran de forma irremediable.

Y así, el círculo se cierra. Cada día descubro que... Dejémoslo aquí.

Sin embargo, no quiero terminar esta entrada sin ofrecer una esperanza... Este país dispone de inteligencia humana. De mucha inteligencia y de muy buena calidad.

Solo tenemos que hacer algo a lo que no estamos acostumbrados: Parar, reflexionar, escuchar (muy importante, lo hacemos poco y mal), entender al interlocutor aunque podamos no estar de acuerdo con sus tesis (tampoco somos demasiado hábiles en esto) y, por fin, ser consecuentes con las decisiones que en base a la inteligencia obtenida, se tomen.

TODOS hemos de ser consecuentes: los que estén a favor y los que no lo estén.

Esa es nuestra mayor debilidad como pueblo: Las decisiones, una vez tomadas, no son aceptadas lealmente por los derrotados.

Tampoco los vencedores se comportan de forma que los vencidos no se sientan expulsados.

No hacen nada por integrarlos de forma no traumática de tal forma que las sinergias obtenidas sirvan para el bien común.

El bien común... ¿Alguien ha pensado en esto? En tu empresa, en tu comunidad de vecinos, en tu localidad, en tu país...

domingo, 29 de septiembre de 2013

Un cambio de mentalidad

La pasada semana asistí a una conferencia virtual en la que un chaval de 20 años explicaba un proyecto revolucionario que, de ser factible, permitiría el acceso a la energía de forma barata y, sobre todo, en zonas hasta las que, hasta ahora, era impensable llegar.

El proyecto, en sí, de indudable interés, no fue lo más importante de la intervención.

Sin resultar un magnífico comunicador, el chico lograba transmitir un montón de sensaciones, a cual más importante: Pasión. Sin lugar a dudas.

Su discurso resultaba pasional y apasionante al tiempo. Cada palabra que de su boca surgía provocaba un escalofrío de esperanza a quienes escuchábamos su exposición.

Conocimiento. Un conocimiento profundo sobre tema del que nos transmitía información. En el turno de preguntas dejó meridianamente claras sus capacidades y sus aptitudes.

Reflexión. Un aspecto muy importante de su discurso. Había sido capaz de, como algunos grandes científicos y pensadores, parar un instante y reflexionar sobre un asunto a priori colateral al problema principal y, de esta reflexión, había obtenido una nueva respuesta, una nueva solución.

Optimismo. Nada de mantener un discurso basado en que, siendo su idea estupenda, el resto del mundo no era capaz de comprenderla y apoyarla.

Odio a todos aquellos que disfrazan su incapacidad para perseguir un sueño bajo el disfraz de la incomprensión de los demás o su falta de apoyo y/o suerte.

Y es ese el espejo en el que me gustaría ver a mi sociedad reflejada. Querría que, entre todos, fuésemos capaces de romper un paradigma que nos dirige al precipicio, al abismo de la inoperancia.

No se trata de considerar como deseable el heroísmo de la voluntariedad sino de generar una nueva filosofía social que, de verdad, estimule la creatividad y la voluntad, y elimine de la ecuación un victimismo que se ha convertido en santo y seña de nuestro modelo de convivencia. Un modelo basado en el que "como los demás lo hacen, yo no voy a ser más tonto que el resto...". Lo que termina por demostrar la ausencia de capacidad intelectual y moral del indivíduo que así piensa.

No somos víctimas sino seres indolentes que se dejan vencer por unas circunstancias que, para otros pueblos no son sino acicate para la mejora.

No exigimos ni nos exigimos. Y eso tiene que cambiar. Eso va a cambiar. Por las buenas... o por las malas.


domingo, 25 de agosto de 2013

Poder...

La única forma que, históricamente, se ha utilizado para ejercer un poder omnímodo, brutal, que aterrorice a la población, siempre ha venido determinado por un modelo de control social muy apoyado en el nombre de Dios... Pero esto ya es historia.

Orwell, en su obra 1984, ya anticipa, de forma muy burda, los caminos que usarán los órganos de poder para imponer un modelo social adecuado a sus intereses... A sus intereses tácticos ya que su único interés estratégico no es sino la preservación misma de su propio poder.

El control de los medios de comunicación de masas ya permite intuir el devenir de la historia. Goebbels nos demuestra, ya en los años 30 del pasado siglo, cómo el pueblo más cultivado y avanzado de Europa puede ser manipulado, "orientado" hacia derroteros que provocarán la destrucción de esa misma sociedad alemana hasta sus cimientos.

¡Aficionados! Los avances tecnológicos han puesto a nuestra disposición herramientas de control social que, por primera vez en la historia permiten que el poder genere su propio relato en tiempo real y de forma dinámica.

La era de la Información se caracteriza por, en contra de lo que suele ser el relato oficial, apartar del poder, casi de forma definitiva al Estado con el fin de dar paso al control social por parte de las Corporaciones.

Este mismo blog es una muestra. Se ha creado y se mantiene gracias a Google. Y es esta compañía la que, si sus intereses lo requirieran, promocionaría su contenido hasta que las ideas que en él se vierten resultasen de conocimiento casi general.

Del mismo modo, al controlar los algoritmos de búsqueda, puede conseguir que, sin censurar su contenido, éste resulte desconocido para la mayoría de los seres humanos con acceso a Internet.

Puede parecer un tonto ejemplo de ejercicio de poder pero, si se reflexiona sobre la idea subyacente, el lector será capaz de obtener conclusiones ciertamente interesantes para el desarrollo de su vida.

La mera aceptación de unas claúsulas de servicio que, básicamente, te obligan a hacer renuncia de cualquier derecho o protección judicial ya anticipan lo que será nuestro mundo futuro: La conversión de ciudadanos en clientes.

Los ciudadanos, protegidos, al menos en nuestro entorno cultural, por normas de rango Constitucional, nos convertiremos en clientes cuyo nivel de protección, en el mejor de los casos, vendrá determinado por el rango de las normas mercantiles.

¿Realmente eso no nos asusta? Ponemos el grito en el cielo porque las formas políticas clásicas como los Estados, se inmiscuyan en nuestra privacidad y nadie, absolutamente nadie protesta porque corporaciones de carácter privado y con recursos que, a menudo, superan los de los Estados clásicos tomen el control sobre nuestra actividad virtual. Esa actividad que, cada minuto que pasa, resulta más importante para el desarrollo de nuestra vida física.

El Estado no es nuestro enemigo. Tampoco nuestro aliado pero, al menos, gracias a que se constituye como un Estado de Derecho, es un árbitro que, con mejor o peor fortuna, dota de un marco jurídico estricto a nuestro contrato social.

No quiero ni pensar en la traslación de ese modelo de libertades al mundo de las corporaciones. Es demasiado terrorífico.

domingo, 11 de agosto de 2013

Una estrategia para España

La lucha por el acceso a los recursos se va ampliando. Creemos o nos han hecho creer que la crisis que estamos viviendo en la actualidad y ya desde 2007 tiene su origen en los productos estructurados creados sobre hipotecas basura.

Ese es el disparador pero no la causa profunda. Bajo mi punto de vista, esta causa trae razón en el aumento del precio de las materias primas que comenzó un par de años antes.

La imposibilidad de acceso a recursos básicos por parte de millones de personas y el drástico aumento en el precio de los combustibles distorsionó un sistema que, por propia definición, está herido de muerte al estar basado en dos falacias:

  • Los recursos no son infinitos.
  • El crecimiento no puede ser continuo.
En conjunto, ambas aseveraciones constituyen (lo han  hecho ya a lo largo de la historia de la humanidad), el caldo de cultivo de la guerra. La guerra por el control de los recursos escasos. La guerra como válvula de control del exceso de población...

Y, salvo en los conflictos precedidos por procesos revolucionarios en los que, es posible que las clases que actualmente llamaríamos extractivas, sí han podido llegar a sufrir alguna penuria o baja, se trata de conflictos en los que son las clases menos favorecidas las que sufren bajas por miles, por cientos de miles, por millones.

El poder nuclear ha cambiado esto. La guerra nuclear, terrible, es, sin embargo, la más democrática porque, en verdad, yo pregunto: ¿alguien quiere sobrevivir a un conflicto nuclear de alcance global?
Una vez sentados estos parámetros digamos que, filosóficos, que van a justificar el desarrollo posterior de este artículo de opinión, procedo a revisar, de manera sucinta, la situación económica, militar y estratégica de nuestro ahora pequeño país.

Sin duda todos estaremos de acuerdo en que, desde el punto de vista económico, vamos a tardar años, si es que alguna vez lo conseguimos, en recuperar los niveles que dejamos atrás en 2007.

Tampoco es que ese modelo descompensado de producción de riqueza sea deseable en modo alguno. Espero que hayamos aprendido, al menos, que todo enriquecimiento rápido e injusto desde el punto de vista del esfuerzo realizado para conseguirlo, a medio y largo plazo lo único que genera es una sociedad enferma. Una sociedad que se muere al asfixiarse en su propio vómito.

Los recursos que, generosamente, llovían sobre el país no fueron invertidos en la mejora social. En la generación de valor añadido que, en definitiva es la formación, la investigación y la mejora en la eficiencia productiva. Se dedicaron a la obtención de bienes de consumo, en propiedades hipotecarias cuyo valor, como tristemente hemos sufrido, sí puede caer por debajo del de compra...

El segundo aspecto que he de señalar para poder argumentar sobre el objeto de este artículo es el de la posición estratégica de España en el mundo.

Un país cuya territorialidad sufre de diversas amenazas. Unas internas, con el progresivo deterioro del contrato constitucional firmado en el ya lejano 1978, que viene inducido, según mi opinión, más por problemas de índole económico que por un verdadero sentimiento nacionalista. Al menos hasta el momento aunque la degradación se acelera.

Otras, externas. Ceuta y Melilla. La eclosión de movimientos yihaidistas que ponen en su objetivo la recuperación de Al Andalus, el traslado de estos movimientos a la zona del Sahel, tan próxima a nosotros. El fracaso de los movimientos de supuesta regeneración democrática de los países árabes del norte de África y su progresiva deriva a la configuración como sociedades islámicas ¿moderadas?

Todas estas amenazas se encuentran a pocos kilómetros de nuestras costas y, en el caso de Ceuta y Melilla, con una frontera territorial.

Además de todo ello, la práctica desaparición de la ayuda humanitaria a los países subsaharianos está induciendo un enorme movimiento migratorio cuyo destino final es la vieja Europa y España se configura como el punto de entrada natural para ello. La presión migratoria, en los próximos años, me temo que será motivo de conflicto grave.

Como vemos, todo son malas noticias. No se atisba nada bueno en el horizonte y España se enfrenta a estas amenazas en una situación crítica tanto económica como social.

No disponemos de recursos ni diplomáticos ni militares, para defendernos de estas amenazas. Bien es verdad que, al menos de momento, disponemos del paraguas de la OTAN en el ámbito militar y de la UE en el político y económico pero me pregunto hasta dónde llegaría esa protección en el caso de que el riesgo al que se enfrentase España fuese el de la pérdida de Ceuta y Melilla. 

Dudo que nuestros socios se involucrasen más allá de la acción diplomática y el apoyo logístico para sacar de ambas ciudades a los ciudadanos españoles.

Visto todo lo antedicho me pregunto: ¿Cual podría ser nuestro elemento de valor añadido con capacidad para enfrentarse a la arrolladora presión de unas sociedades jóvenes, desesperadas en muchos casos, demográficamente muy potentes y que, como no podría ser de otra forma, intentan acceder a los recursos y calidad de vida de que disponemos las sociedades occidentales avanzadas?

Llamemos a las cosas por su nombre: La guerra está a nuestras puertas. Solo puede salvarnos la ciencia y la tecnología. De una u otra forma y, mientras ello ocurre me planteo si no será necesario que España denuncie cierto tratado internacional para poder disponer de soberanía propia con el fin de disponer de una oportunidad con la que enfrentarse a las amenazas que ya se atisban en el horizonte...