domingo, 29 de septiembre de 2013

Un cambio de mentalidad

La pasada semana asistí a una conferencia virtual en la que un chaval de 20 años explicaba un proyecto revolucionario que, de ser factible, permitiría el acceso a la energía de forma barata y, sobre todo, en zonas hasta las que, hasta ahora, era impensable llegar.

El proyecto, en sí, de indudable interés, no fue lo más importante de la intervención.

Sin resultar un magnífico comunicador, el chico lograba transmitir un montón de sensaciones, a cual más importante: Pasión. Sin lugar a dudas.

Su discurso resultaba pasional y apasionante al tiempo. Cada palabra que de su boca surgía provocaba un escalofrío de esperanza a quienes escuchábamos su exposición.

Conocimiento. Un conocimiento profundo sobre tema del que nos transmitía información. En el turno de preguntas dejó meridianamente claras sus capacidades y sus aptitudes.

Reflexión. Un aspecto muy importante de su discurso. Había sido capaz de, como algunos grandes científicos y pensadores, parar un instante y reflexionar sobre un asunto a priori colateral al problema principal y, de esta reflexión, había obtenido una nueva respuesta, una nueva solución.

Optimismo. Nada de mantener un discurso basado en que, siendo su idea estupenda, el resto del mundo no era capaz de comprenderla y apoyarla.

Odio a todos aquellos que disfrazan su incapacidad para perseguir un sueño bajo el disfraz de la incomprensión de los demás o su falta de apoyo y/o suerte.

Y es ese el espejo en el que me gustaría ver a mi sociedad reflejada. Querría que, entre todos, fuésemos capaces de romper un paradigma que nos dirige al precipicio, al abismo de la inoperancia.

No se trata de considerar como deseable el heroísmo de la voluntariedad sino de generar una nueva filosofía social que, de verdad, estimule la creatividad y la voluntad, y elimine de la ecuación un victimismo que se ha convertido en santo y seña de nuestro modelo de convivencia. Un modelo basado en el que "como los demás lo hacen, yo no voy a ser más tonto que el resto...". Lo que termina por demostrar la ausencia de capacidad intelectual y moral del indivíduo que así piensa.

No somos víctimas sino seres indolentes que se dejan vencer por unas circunstancias que, para otros pueblos no son sino acicate para la mejora.

No exigimos ni nos exigimos. Y eso tiene que cambiar. Eso va a cambiar. Por las buenas... o por las malas.


1 comentario:

  1. Bueno, bueno, ¿Y cómo conseguía la energía? Me ha picado muchísimo la curiosidad :D.

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