domingo, 25 de agosto de 2013

Poder...

La única forma que, históricamente, se ha utilizado para ejercer un poder omnímodo, brutal, que aterrorice a la población, siempre ha venido determinado por un modelo de control social muy apoyado en el nombre de Dios... Pero esto ya es historia.

Orwell, en su obra 1984, ya anticipa, de forma muy burda, los caminos que usarán los órganos de poder para imponer un modelo social adecuado a sus intereses... A sus intereses tácticos ya que su único interés estratégico no es sino la preservación misma de su propio poder.

El control de los medios de comunicación de masas ya permite intuir el devenir de la historia. Goebbels nos demuestra, ya en los años 30 del pasado siglo, cómo el pueblo más cultivado y avanzado de Europa puede ser manipulado, "orientado" hacia derroteros que provocarán la destrucción de esa misma sociedad alemana hasta sus cimientos.

¡Aficionados! Los avances tecnológicos han puesto a nuestra disposición herramientas de control social que, por primera vez en la historia permiten que el poder genere su propio relato en tiempo real y de forma dinámica.

La era de la Información se caracteriza por, en contra de lo que suele ser el relato oficial, apartar del poder, casi de forma definitiva al Estado con el fin de dar paso al control social por parte de las Corporaciones.

Este mismo blog es una muestra. Se ha creado y se mantiene gracias a Google. Y es esta compañía la que, si sus intereses lo requirieran, promocionaría su contenido hasta que las ideas que en él se vierten resultasen de conocimiento casi general.

Del mismo modo, al controlar los algoritmos de búsqueda, puede conseguir que, sin censurar su contenido, éste resulte desconocido para la mayoría de los seres humanos con acceso a Internet.

Puede parecer un tonto ejemplo de ejercicio de poder pero, si se reflexiona sobre la idea subyacente, el lector será capaz de obtener conclusiones ciertamente interesantes para el desarrollo de su vida.

La mera aceptación de unas claúsulas de servicio que, básicamente, te obligan a hacer renuncia de cualquier derecho o protección judicial ya anticipan lo que será nuestro mundo futuro: La conversión de ciudadanos en clientes.

Los ciudadanos, protegidos, al menos en nuestro entorno cultural, por normas de rango Constitucional, nos convertiremos en clientes cuyo nivel de protección, en el mejor de los casos, vendrá determinado por el rango de las normas mercantiles.

¿Realmente eso no nos asusta? Ponemos el grito en el cielo porque las formas políticas clásicas como los Estados, se inmiscuyan en nuestra privacidad y nadie, absolutamente nadie protesta porque corporaciones de carácter privado y con recursos que, a menudo, superan los de los Estados clásicos tomen el control sobre nuestra actividad virtual. Esa actividad que, cada minuto que pasa, resulta más importante para el desarrollo de nuestra vida física.

El Estado no es nuestro enemigo. Tampoco nuestro aliado pero, al menos, gracias a que se constituye como un Estado de Derecho, es un árbitro que, con mejor o peor fortuna, dota de un marco jurídico estricto a nuestro contrato social.

No quiero ni pensar en la traslación de ese modelo de libertades al mundo de las corporaciones. Es demasiado terrorífico.

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